El ajedrez presencial sufre ante la frivolidad del juego online

Magnus Carlsen en una partida Blitz con el iraní Alireza Firouzja
Magnus Carlsen en una partida Blitz con el iraní Alireza Firouzja

La pandemia ha provocado una crisis en el ajedrez presencial. Si por un lado la popularidad mediática del ajedrez se incrementó en grado superlativo, gracias a la facilidad que ofrece el juego para ser practicado por internet; por otro lado su tradicional práctica presencial se ha reducido a niveles mínimos.

Se puso de manifiesto una cuestión subyacente que ahora afecta sobre todo a los torneos abiertos. Para organizar un torneo presencial se requiere disponer de instalaciones grandes y adecuadas, de un fondo económico para pagar a los maestros, sus viajes, estadías y premios.

Además los torneos duran varios días, lo que obliga a multiplicar todos esos esfuerzos. Y lo más crítico hoy en día: un torneo abierto de ajedrez convoca centenares de personas en espacios cerrados. ¿Cómo resolver esto?

Está claro que la gracia de los torneos abiertos es que permiten al aficionado competir con los maestros. En cambio un torneo online se hace en uno o dos días, con gastos mínimos, y una participación aún mayor de competidores. Las ventajas económicas del ajedrez online son enormes.

Quedan los torneos magistrales, donde sólo juegan expertos. Pero aquí también ocurre que aunque ya se han vuelto a realizar algunos, principalmente en Europa, no alcanzan a la cantidad que había antes de estallar la pandemia.

El ajedrez siempre se practicó en silencio, con mucho tiempo para la reflexión. Estas condiciones ya estaban siendo cuestionadas por la modernidad. El patriarca del ajedrez ruso, Botvinnik, al avizorar el crecimiento del ajedrez rápido, decía que éste era la muerte del ajedrez. Hoy estaría horrorizado viendo el triunfo del ajedrez online, que es rápido por naturaleza, ya que nadie se va a quedar mirando la pantalla durante todo el tiempo que emplean los maestros en calcular las jugadas en una partida clásica.

El ajedrez online tiene un punto frívolo e insustancial, a tal punto que los maestros cuando dan clases de ajedrez, invariablemente eligen partidas clásicas. Pero su popularidad ha ensombrecido al ajedrez clásico. Puede decirse que el ajedrez online ha colonizado al ajedrez presencial.

Pero todavía es posible en que lo real, el cara a cara con el adversario, esa intimidad que hay con el oponente en la partida de ajedrez presencial, pueda prevalecer ante la imitación de la realidad que es la pantalla.

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