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¿Por qué a algunos se les dan bien los idiomas y a otros no?

Hemisferios cerebrales. (Imagen creative commons vista en Pixabay).
Hemisferios cerebrales. (Imagen creative commons vista en Pixabay).

¿Nunca te has preguntado por qué tu compañero de mesa en la escuela tenía tanta facilidad para aprender inglés, mientras que tu te estrellabas una y mil veces? A veces se dice que en un país la gente tiene más facilidad para los idiomas (los nativos de Grecia y de las naciones que configuraban la antigua Yugoslavia, por ejemplo) que los habitantes de otros (Inglaterra, Estados Unidos).

¿Es eso cierto? ¿El bilingüe o trilingüe nace o se hace? Para responder a esta pregunta en Gizmodo han entrevistado a 4 expertos en la materia que han arrojado algo de luz sobre el controvertido asunto de la facilidad para los idiomas.

Arturo Hernández, profesor de neurociencia cognitiva, del desarrollo y del comportamiento en la universidad de Houston es el primero de los expertos en opinar. Autor del libro “The Bilingual Brain”, da una pista en la que nunca había pensado: la importancia de contar con un oído musical.

Según él, cuando un adulto dice ser incapaz de aprender un segundo idioma, hay una gran probabilidad de que también sea incapaz de cantar el cumpleaños feliz de forma afinada. En su opinión esto tiene que ver con la capacidad o incapacidad para discriminar sonidos extranjeros. Si eres capaz de notar la diferencia en una nota (fuera de lugar) entonces podrás notar la diferencia entre la “D” inglesa (como en “door” o “dead”) y la “D” española, mucho más cercana (aunque no idéntica) a la “th” inglesa en palabras como “the” o “this”. (A este último respecto, es muy recomendable el canal en Youtube de Superholly).

Alissa Ferry, la segunda experta en comentar, es una experta en comunicación humana de la Universidad de Manchester que explica que el principal factor implicado en la facilidad para aprender idiomas es la edad. (Algo que también había apuntado Hernández).

“Cuanto más joven seas a la hora de aprender un nuevo idioma mejor te irá y más te aproximarás a la dicción de un nativo”. De bebés, todos emitimos un amplio rango de sonidos, sin embargo según escuchamos oír hablar un idioma, comenzamos a discriminar muchos de esos sonidos y nos centramos en el pequeño subconjunto que nos llega de los hablantes situados a nuestro alrededor, los cuales comenzamos a imitar. La discriminación de sonidos se da simplemente porque esos, que el bebé es capaz de producir, no existen en su idioma materno.

Además, cuanto más joven empecemos a estudiar una gramática extranjera, mayor será la posibilidad de que no cometamos errores. Pensad por ejemplo en el uso de los artículos, una palabra mucho más empleada en el español que en el inglés. Es muy probable que un estudiante hispanoparlante de inglés, que se haya iniciado tarde en el estudio, emplee artículos de más al hablar inglés “dirá por ejemplo “the American people is friendly”, ignorando que ese “the” inicial es innecesario en inglés (aunque nosotros digamos “la gente de Estados Unidos”), y que People es una palabra plural en inglés, por lo que debería decir “American people are friendly”. Algo parecido puede sucederles a los angloparlantes, que podrían añadir artículos innecesarios cuando dan sus primeros pasos en español, simplemente porque en su idioma se emplean para ese caso concreto. Dirán por ejemplo “Carlos el Quinto fue rey de España” porque en inglés se dice “Charles the fifth”.

Mapa de familias linguisticas en el mundo. (Crédito imagen: Wikipedia).
Mapa de familias linguisticas en el mundo. (Crédito imagen: Wikipedia).

El tercer experto consultado, Joshua Heartshorne, psicólogo y director del laboratorio de aprendizaje de idiomas en la Universidad de Boston, añade otro factor interesante además de la edad que se tenga al iniciarse en el estudio de un lenguaje extranjero: el ambiente.

Heartshorne cree que la mejor forma de aprender un segundo idioma es sumergiéndose en una comunidad que lo emplee todos los días. De hecho si los niños que se crían en ambientes políglotas, donde es necesario saltar de un idioma a otro para comunicarse, aprenden sin dificultad las lenguas empleadas. A ese respecto, se dice que en Estados Unidos hay toda una generación de blancos anglosajones con buen conocimiento del español (cuando no completamente bilingües) debido a la influencia de sus niñeras centroamericanas. A ese respecto recomiendo leer un viejo artículo de 1999 publicado en Los Angeles Times.

Y finalizamos con la opinión de Emily Sabo, lingüista de la Universidad de Michigan experta en el contacto entre idiomas. Sabo hace un inciso muy interesante sobre los dos tipos de hablante bilingüe, el que lo es por libre elección y el circunstancial. Entre los primeros, todos los alumnos que aprenden un idioma en la escuela, instituto o academia, con la esperanza de obtener una ventaja formativa. Entre los segundos los migrantes que se trasladan a un país del que desconocen su lengua, en busca de un trabajo y una vida mejor. Estos últimos tienden a aprender más rápido, ya que no les queda otro remedio, es una cuestión de “aprender a nadar o ahogarse”. La idea refuerza el concepto de “ambiente” que explicaba Heartshorne, cuando a tu alrededor todo el mundo habla otro idioma, adquirir conocimiento sobre él es más sencillo.

Sea como sea, aprender un segundo idioma te aportará múltiples beneficios cognitivos, así que si aún tienes problemas con el idioma de Shakespeare (o con cualquier otro) recuerda que nunca es tarde. Practica y persevera y verás como tus habilidades mejoran, aunque seas incapaz de cantar el cumpleaños feliz de forma afinada.

Me enteré leyendo Gizmodo.

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