Pablo Lyle: Las razones detrás de los 5 años de prisión por homicidio involuntario

Pablo Lyle en la corte mientras agradece a su familia (Carl Juste/Miami Herald/Tribune News Service via Getty Images)
Pablo Lyle en la corte mientras agradece a su familia (Carl Juste/Miami Herald/Tribune News Service via Getty Images)

Pablo Lyle recibió impasible la decisión de la jueza Maria Tinkler de condenarlo a cinco años de prisión en Florida, ocho de libertad condicional, 500 horas de trabajo comunitario, más clases de control de ira y resolución de conflictos, por el homicidio involuntario de Juan Ricardo Hernández.

Es decir, después de que cumpla con los cinco años preso (si es que no se le reducen por buen comportamiento, sobrepoblación de prisión o el resultado de una apelación, entre otras cosas), Lyle seguirá amarrado al sistema judicial floridiano por ocho años más. ¿En Estados Unidos o en México? Eso dependerá de lo que acuerden con las autoridades migratorias, pero sea dónde sea, estamos hablando del año 2036.

Pudo haber sido mucho peor

Después de casi cuatro años con la vida en pausa, desde aquel fatídico 30 de marzo cuando su cuñado Lucas Delfino se cruzó frente al auto de Hernández, desatando una persecución y agresión al auto por parte del cubano de 63 años, quien a consecuencia recibió un puñetazo mortal, algo de paz le debe haber dado el que ya hay una resolución. Aunque más aun debe haber sentido cuando escuchó la condena.

Los cinco años de prisión están muy lejos de los 15 que pedía la fiscalía y que prácticamente suplicaron los familiares de Hernández, en participar su hijo Juan Ricardo Hernández jr. y la pareja y prometida de la víctima Mercedes Arce.

Antes de emitir la sentencia, la jueza federal Tinkler admitió que probablemente “no todos queden contentos” con ella, con lo que quiso decir que probablemente nadie estaría contento. Tenía razón. Por eso, se dio a la tarea antes de anunciar la decisión de explicar a la sala donde pasaron las cinco horas del proceso de sentencia, qué había tomado en cuenta.

“El no actuó por miedo, pero tampoco de forma intencional. Tampoco sus acciones fueron de acuerdo a su personalidad, pero sí actuó por rabia. La acción del señor Lyle fue un acto de violencia, aunque uno no pensaría en que un puñetazo causaría una muerte, pero ese puñetazo comenzó una serie de cosas que terminó causando la injusta muerte del señor Hernández”.

“El señor Lyle decidió usar una forma para terminar el conflicto que no está protegido por la ley, no es justificable o excusable. El testimonio del médico forense estableció que el puñetazo fue muy potente y causó lesiones internas y que extraordinario inesperado que esto desatara una serie de eventos que causaron la muerte no merecida e innecesaria del señor Hernández”.

La jueza desoyó a la fiscalía

Algo que se repitió cuando la fiscalía que llevó el caso de sentencia presentó sus argumentos presentó sus alegatos, fue el que el actor era "una amenaza contra la sociedad" porque aunque él no tenía una historia de violencia, nada daba a entender que no reaccionaría de la misma forma si en el futuro se enfrentaba a una situación similar. Además, puso en duda su integridad moral por su decisión de haberse ido aunque Juan Hernández yacía sobre una calle de Miami, a consecuencia de su golpe. Por eso pedían la pena máxima contra Pablo Lyle.

Sin embargo, la magistrada Tinkler no compró esa afirmación. "Creo que fue un incidente aislado en la historia del señor Lyle, que nunca mostró violencia antes contra ningún individuo. Y vimos su remordimiento y cómo asumió la responsabilidad de lo que hizo y demostró que entendió que lo que hizo estuvo mal y yo le creo".

La jueza se refería al discurso que dio Lyle durante la audiencia, en la que le pidió perdón a la familia:

“Yo nunca quise que esto sucediera, nunca en los sueños más alocados me imaginé que sucediera esto; que se perdiera una vida y que muchas otras fueran afectadas drásticamente, en unos segundos con un solo golpe.

Quiero aprovechar esta oportunidad para reflexionar sobre lo pasado, hablar con ustedes para decirles que lo lamento muchísimo desde el fondo de mi corazón. Les ofrezco la disculpa más sincera que he ofrecido en mi vida

Quiero que sepan que yo no tenía nada en contra del señor Hernández, puedo decir que aprendí una lección muy importante y enorme, y estoy seguro que muchos más la aprenderán, sé que ustedes perdieron a alguien muy importante y sé que no hay nada que pueda hacer para traerlo de regreso.

Les prometo que oraré por él y por ustedes. Dios los bendiga”.

Una decisión difícil

La jueza Maria Tinkler, quien en algo que no suele pasar, presidió el juicio de culpabilidad y el de la sentencia (por lo general lo hacen magistrados diferentes). Por eso afirmó que conocía bien todos los detalles y pudo enfocarse en los testimonios que hicieron en su sala la Silvia Lyle, la hermana del actor, su cuñado Lucas Delfino, y Ana Araujo, la esposa de Pablo Lyle. También hablaron el hijo y la prometida de la víctima.

Tras declararse "afectada" por los testimonios, en especial los de la familia de Hernández, la jueza dijo que la sentencia era "una de las más difíciles que he tenido que tomar en mi vida". Por eso, más que enfocarse en lo que establecen los antecedentes y las leyes, decidió buscar una sentencia que "mandara un mensaje claro sobre la importancia de aprender a resolver conflictos en la sociedad".

Los abogados de Pablo Lyle abogaron por una sentencia ligera y aunque probablemente es mucho más larga de lo que hubiesen deseado, sus caras eran de alivio. La misma expresión se repitió en los gestos de sus familiares, con la excepción de su cuñado Delfino. Tiene sentido, después de todo era él quien conducía el auto en el que iba la familia Lyle y la cortó el paso a Hernández, lo que provocó toda esta situación dolorosa.

La jueza, sin embargo, ofreció palabras de consuelo y esperanza. "Mientras que la vida del señor Hernández terminó, espero que siga vivo en su familia. La vida del señor lyle ha cambiado, pero no ha terminado. Si bien nunca será la misma, al terminar la sentencia impuesta por esta corta, el señor regresará a su familia y podrá tomar el tiempo para aprender de lo que ha sucedido y crecer y hablar con otros sobre la terrible decisión que tomó ese día por rabia y quizá por sentirse insultado".

Pensando en lo que sentirían los deudos de la víctima expresó la pregunta retórica: "¿Un castigo aliviará el dolor de la familia del señor Hernández? Yo encuentro las declaraciones del señor Lyle sinceras, pero la ley no excusa lo que había en su mente o lo que percibió sino su respuesta y sus acciones".

Estas frases explican la decisión de la magistrada y las razones detrás de la sentencia de Pablo Lyle.

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